martes, 15 de octubre de 2013

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  1. ESTEREOTIPOS ESTÉTICOS Y LA VIOLENCIA SIMBÓLICA COMO FACTORES DE EXCLUSIÓN EN EL PROCESO DE LA FORMACIÓN ÉTICA Y MORAL DE LOS ESTUDIANTES DE ARTES ESCÉNICAS DEL INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
    Por: Jan Thomas Mora Rujano
    Lo foráneo busca dominar a través del discurso hegemónico, que entre otros extremos pretende hacer esclavo al individuo. “Colonizar una sociedad no consiste sólo en someterla por las armas, ese es el primer paso… Colonizar es lograr que el colonizado mire el mundo a través de los ojos del colonizador” (Pinzón y Suarez, 1992). Convirtiéndolos así en maniquíes, en objetos expositores de otros objetos. Y esto es incluso más evidente en aquellos que creen huir de lo propio y ven en su imagen aparentemente firme y concreta un modo anticuado a lo que se impone y se cree como poderoso, siendo así una huida estética doblemente falsa. En primer lugar, porque hoy todo está “normativizado correctamente”, aún lo supuestamente contestatario, que es adaptado al sistema para que pueda ser acogido en su seno sin ocasionar problemas, más allá del escándalo de alguna persona de la tercera edad. Y en segundo lugar, porque a menudo la búsqueda de la individualidad en lo estético, algo que a pesar de todo es secundario, no esconde más que la integración -probablemente inconsciente, como casi todo lo que ocurre con algunas masas que creen tener el poder hoy día- en el sistema al que pretende enfrentarse, diluyéndose la posible oposición en cómoda rebeldía. El discurso dominante y violento quiere la “cohesión”, paralizando cualquier iniciativa al logro de objetivos que transformen permanentemente el bienestar común del colectivo, y así no depender y mantener ataduras a los centros de poder que funcionan como proveedores irreemplazables y subordinados a una sociedad tomada desde dentro, y por ello desarticulada.
    Por ende, la violencia simbólica tiene su característica estética más evidente en la huida de todo aquello que recuerda lo que es el individuo -¡pese a todo aún seres humanos!- y el gusto por lo que de falso hay en las vidas de cada uno de ellos, que busca desesperadamente la asimilación con la época.
    Hay una necesidad de añadir extras a al cuerpo, de exhibir como si se fuese un muestrario de la abundancia de productos del que se puede disfrutar. Gafas de sol, cuanto más llamativas mejor; teléfonos móviles colgando del cuello a modo de bozal para que se recuerde lo que se es: un rebaño que debe seguir la senda marcada; zapatos deportivos de última generación; los audífonos en los oídos para escuchar la última novedad que, curiosamente, es igual a la de la semana pasada y ésta igual a la de la anterior. Se debe estar siempre a la última y no quedarse rezagados; el sistema exige que no se pierda la combinación del ritmo que demarca. Con respecto a lo que llamó Luigi Pirandello: “huida de lo humano”; se quiere llamar la atención sobre un aspecto al que no se da importancia y que, a primera vista, parece carecer de ella, pero que define bien la esencia del sistema en el que se vive; un sistema errado a una visión y concepción de enmarcar el arte teatral en estos patrones errados. Por lo tanto, se encuentra el perfil de un estudiante de Artes Escénicas en el Instituto Pedagógico de Carcas, de la Universidad Pedagógica de Caracas, con un estereotipo del vestir que interfiere en el proceso de formación ético y moral de lo que se jerarquiza en la figura de ese futuro docente que se quiere instituir; visto así como determinación de hechos significativos en este contexto de formación. Por tal sentido se buscará sistematizar el expuesto enunciado desde el acoplamiento del hecho con la teoría y su debida articulación social, desde el surgimiento de nuevos paradigmas sólidos en conceptos, instrumentos y metodología existente, que ayude a establecer y concretar el problema que debe resolverse.

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